Julia Barrett
PRESUNCIÓN: Pemberley pasó a convertirse en
un verdadero hogar para Georgiana, y el afecto entre las dos cuñadas resultó
ser exactamente como Darcy lo había anhelado. Las dos llegaron a quererse
realmente, más incluso de lo que se habían propuesto. Georgiana sentía por Elizabeth una admiración sin límites, si
bien al principio escuchaba con asombro, casi rozando la inquietud, la forma
vivaz y burlona con que su cuñada se dirigía a su hermano. Él, que siempre le
había infundido un respeto superior incluso al cariño, aceptaba ahora con
agrado ser objeto de bromas y chanzas. Así, Georgiana se dio cuenta de aspectos
en los que nunca había reparado.
Gracias a las instrucciones de Elizabeth empezó a comprender que
una mujer puede tomarse ciertas licencias con su esposo, licencias que un
hermano no siempre está dispuesto a consentir en una hermana diez años menor.
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