lunes, 9 de septiembre de 2019

Barbara Wood

                                                                 Los Dioses Guardianes:                                                                    Hace treinta y tres siglos reinaba en Egipto el faraón Ajenatón que, entre otras medidas revolucionarias, había sustituido la vieja religión por una monoteísta, lo que había perjudicado a los sacerdotes, y trasladado la capital de Tebas a Tell el-Amarna. A su muerte, toda su obra desapareció. Incluso sus restos fueron enterrados por los sacerdotes de la antigua religión, de nuevo en el poder, en un lugar desconocido.

En la California actual, el egiptólogo Mark Davison lee el diario de una expedición a la zona de Amarna que acabó de forma desastrosa al morir todos sus componentes. Una muerte que, de un modo u otro, parece relacionada con una maldición que pesa sobre quienes violen determinada tumba, la tumba de alguien sin nombre...


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