Una Moneda Por Tu Suerte: Una moneda por
tu suerteLa vida es como
una loncha de tocino, con capas de carne magra y otras de grasa. Dicen los
gitanos que es mejor no separarlas, ni intentarlo siquiera. Pero a pesar de los
buenos consejos que escuchó en su
infancia, la señorita Rose Lee se gana la
vida intentando separar la fortuna de los sinsabores que, sin asomo de duda,
aparecen como señales inequívocas en la palma de la mano para aquel que sepa
leerlas. La señorita Rose no se inventa
nada, o más bien poco. Pero a veces
hay que dulcificar las cosas, al fin y al cabo los tiernos oídos de las damas no están hechos para los malos presagios. En definitiva ¿qué beneficio le
puede reportar a lady Quayle saber que carece de voluntad y que su seso está casi tan blando y vacío como el de una esponja?Pero a la señorita Emily sí tuvo que mentirle. Aquella pequeña cruz sobre la línea de Saturno
no significaba nada bueno. Estaba tan claro como la sentencia de un juez.
Muerte. Una muerte horrible y violenta. Esta certeza incomodaba un tanto a la
señorita Rose, pero no podía prevenir a Emily, ya que ignoraba en qué circunstancias iba a producirse el fatal desenlace... hasta que
examinó la mano de Tabitha, la hija
de lady Quayle. Porque allí estaba, como
la marca de una res grabada a fuego, la señal de una asesina. Sin embargo, fue Tabitha quien desapareció de pronto; y Emily volvió sana y salva. Porque si bien las líneas de la mano pueden ser un libro abierto para quien ha aprendido a
leerlas, no se pueden atar todos los cabos sin ver el final de la cuerda. «Permítame que le revele su propio corazón, la ventura, el destino. ¿Que cómo es posible?
Porque lo lleva escrito en la palma de la mano, y todo el que sabe puede
leerlo...»
No la he llegado a acabar, no me ha merecido la pena.
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