martes, 19 de mayo de 2020

Josi S. Kilpack

                                                                  Serie A Proper Romance                                                              2-La Locura de Lord Fenton:                                                           ¿Por qué casarse con alguien que solo te quiere por conveniencia? ¿Puede eso cambiar?

Lord Fenton es un jugador, un dandi y un presumido, pero tiene que casarse porque, de no hacerlo, lo desheredarán y perderá su dinero y su posición.

Elige a Alice Stanbridge por dos motivos: porque la conocía de jovencita y porque no le ve objeciones. Sin embargo, Alice siempre lo ha querido y cree que su propuesta de matrimonio es sincera. Al descubrir que no es así, se siente engañada y herida. Pero debe aceptar, porque el matrimonio con el soltero más deseado de Londres le servirá no solo para asegurar su futuro sino el de su familia.

Y mientras ambos se acercan a lo que será un matrimonio de conveniencia que parece destinado a convertirse en cualquier cosa menos en una unión feliz, van saliendo a la luz secretos familiares que… hacen a Alice dudar. ¿Será capaz de arriesgar su corazón una segunda vez?


4 comentarios:

  1. No es la tipica novela de romance. No hay episodios de pasión de los protagonistas. Es más una historia de vida.

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  2. Josi S Kilpack, La Locura de Lord Fenton
    Me salio largo el comentario. Lo dividiré en 2 o 3 partes.
    No me gustó ni la recomiendo. Pienso que la autora hizo un esfuerzo por construir una novela pero fue vano. Algunos diálogos eran tontos y muchas situaciones, aún más. Los personajes no estuvieron bien construidos. No logró sumergirme en un romance del siglo XIX; ni es romántica ni es histórica.
    El esquema de la novela estuvo bien, me refiero al desarrollo de todo su esqueleto. Pero los músculos que lo recubren son frágiles dejándolo desnudo, a menudo. Veamos parte del lamentable esqueleto que se va mostrando a lo largo de la novela.
    1. Mirada simplista. Una frase, entre muchas, como muestra de su simplismo:
    Lord Fenton “adoptó el tono de un joven de la alta sociedad londinense; es decir, el de un petimetre afeminado”. ¿En serio? ¿Todos los jóvenes de la elite londinense del siglo XIX hablaban de ese modo?
    2. Emplear reiteradamente la expresión: “alta sociedad”. La elite londinense no solía usarla. Ellos constituían “la sociedad”. No había más. (Y cuando se relacionaban no pensaban continuamente en que debían cuidar los modales; simplemente lo hacían, era parte del modelamiento disciplinar propio de la época. Sobre esto escribiré algo más adelante). Cuando se usa la expresión “una dama de la alta sociedad” se siente falsa pues no viene al caso (a menos que viniera al caso y para lo cual debiera ser correctamente desarrollada), es más bien parte del empeño en recordar una supuesta condición; la expresión correcta habría sido: “Es una dama”. Y punto.
    3. Alice y la fragilidad de su personaje. Se suponía que era una chica de carácter pero durante decenas de páginas permitió que Fenton la tratara con malos modos al responder ella de la misma forma y caer en un espiral desagradable. Por lo visto, pelear constantemente era muestra de carácter. Entendió que el suyo era un matrimonio de conveniencia y le pareció tácito, (de hecho, a los dos) que podía convertir su relación en un infierno. Como no había amor podían matarse entre sí ¿O sea que no había matrimonios de conveniencia en “la alta sociedad” donde primara el respeto? Otra muestra de “carácter”: Alice disfrutaba cavar, enterrarse en su jardín y sembrar, además de flores, hierbas aromáticas y medicinales. Pensaba que podía ser mal visto por “la altar sociedad”, pero no le importaba. Sin embargo, hizo un drama por la presencia en Foxcroft de un hombre con limitaciones mentales (mostrando muy poca humanidad, por demás, ella que se pretendía un tanto diferente de las frívolas jóvenes de “la alta sociedad”); justificó su postura al reflexionar que era propio de la “alta sociedad” rechazar a un hombre con tales características (¿acaso en el siglo XIX el resto de la sociedad británica aceptaba de buen grado a una persona con tales características? ¿Por otra parte, tenía que recordarse así misma que era parte de la “alta sociedad”?). En un momento, comenzando la novela, alguien de su familia argumentó que estaba lista para el matrimonio; entre otras cosas, estaba muy bien formada y era capaz de llevar las riendas de una gran casa. Alice se ofendió considerando que se le daba prioridad a ese hecho más que a su propia persona (guardando las distancias, es como si una madre actual alabara a su hija ante sus amigos remarcando que tiene un título en medicina forense y la chica se ofendiera). Pero lo más ridículo es que, ya avanzada la novela, tuvo que ayudar a su suegra en la conducción de Foxcroft (que era una hacienda media); en medio de su agotamiento pensaba agradecida por esa experiencia ya que nunca habría podido llevar adelante por sí sola un trabajo de tal responsabilidad. ¿Pero no que estaba preparada para llevar una gran casa? En fin, el personaje de Alice es flojo y mal construido.

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  3. 4. Un nudo dramático mal montado. Seguimos con Alice pero me centraré no en ella sino en un nudo de la trama que se pretendió como algo intrigante. Alice sentía preocupación y ansiedad (en palabras de la autora, “se obsesionó”) porque a su llegada a Foxcroft observó unas pocas miradas entre su suegra y la joven ama que llevaba la casa. La preocupación se acentuó debido a la juventud del ama de llaves, con menos años de los que usualmente suelen tener las amas de llaves. Supuestamente tales hechos se convirtieron en todo un misterio que creó ansiedad en la protagonista. Me parece que la autora solo atinó a mostrar una tormenta en un vaso de agua. A ver, si la autora quería una tormenta haberla creado de forma apropiada, no en un vaso. Es cierto, sí había algunas situaciones delicadas, “secretas” como posterior explicación de tales hechos pero estos eran muy menudos, a mi parecer. Quiero decir que estos hechos, previos a la explicación, no eran lo suficientemente llamativos como para suponer tanta preocupación. Solo la reacción de Lord Fenton en su momento sí fue preocupante pero eso ocurrió unos momentos antes de que se revelara la verdad. Hubo pues un montaje muy endeble del supuesto nudo dramático (Por momentos pensé en la maestría de Klassen tejiendo su intriga, tan suavemente hilvanada, en la “La hija del tutor”. Pero sería maldad pensar en una comparación).
    5. La locura de Lord Fenton me dejó en disyuntiva. ¿Su conducta era el reflejo de algún trastorno mental que le impedía madurar y le impelía a actuar de forma inapropiada? Creo que sí. ¿Que un hombre de 27 años siguiera actuando como un niño o adolescente malcriado sin un ápice de respeto por los demás, ni siquiera por su futura esposa? ¿Todo como reacción a la dureza de su padre y al hecho de que le era infiel a su madre e incapaz de dar amor a su familia? ¿En serio? ¿A los 27 no había podido superar eso? Su padre es un noble chocante e hipócrita pero Lord Fenton como personaje es detestable y absurdo, uno de los peores que he conocido como protagonista de un RH. La autora fue incapaz de ir más allá de sus gestos infantiles, de analizar apropiadamente sus circunstancias, ni siquiera de intentar una explicación médica. La cosa quedó en que era víctima de la falta de amor de su padre y que actuaba estúpidamente como una reacción extrema ante la hipocresía de su padre, quien en sociedad respetaba las normas pero en casa era infiel. En fin, un personaje ridículo y pesimamente construido.
    6. La necedad con el tema de los buenos modales. Me llamó la atención el tema de remarcar la necesidad de una buena conducta en sociedad. Eso es innecesario. A ver, estamos en el siglo XIX, donde no solo las clases altas tenían buenos modales. Es como describir en una novela que un hombre camina moviendo primero el pie derecho y luego el pie izquierda y así sucesivamente. Es una obviedad. Tan tonto como reiterar que hablan en inglés (que a menos que estuvieron en Escocia o en el país de Gales no vendría al caso, ¿verdad?). Existen patrones de modelamiento de conducta introyectados en la época desde el mismísimo nacimiento, de modo que forman parte de la mentalidad colectiva. Se asumen como parte de la crianza y la educación. No constituyen un andamiaje montado por encima de las experiencias. No. Se constituyen en las experiencias mismas. Pero cuando Alice llegó a Londres, por ejemplo, se recordó así misma que debía actuar con buenos modales. ¿En serio? ¿Era necesario ese recordatorio? Así hubiese sido criada en la India, tendría buenos modales, incluso si hubiese sido educada por indios orientales. Si la autora sentía que necesitaba referirse a eso debió hacerlo con “mayor sensibilidad decimonónica”. Los modales de esa época, entre ellos, los de la nobleza, son mostrados por una buena escritora a largo de todo el desarrollo de la trama, bien sea como parte del contexto, del lenguaje entre los personajes y en la descripción de su comportamiento, pero no insistiendo en el tema de que hay que tener buenos modales (a menos que sea una escena en la que se esté enseñando a un niño).

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  4. Continuación del punto 6:
    Por otra parte, y contradictoriamente, el loco de Lord Fenton en cualquier momento hablaba con malos modos, irrespetaba, ignoraba o se burlaba de quien le pareciera (especialmente de su prometida); o bien su padre arrojaba la servilleta a la mesa, regando la comida sobre la mesa. Eso simplemente no se hacía. ¿Qué por eso la autora hacía referencia a los buenos modales? No, precisamente en esos momentos, no ¿La autora consideraba que Fenton debía ser ofensivo?, podía ser; podía haberlo convertido en un maestro del sarcasmo, de la ironía, o de la burla muy sutil, en fin, dueño de un lenguaje insultante pero educado; guardando los modos aunque esto suene extraño para nosotros en el siglo XXI donde decimos pan al pan y vino al vino. Pero no, Fenton era un grosero irrespetuoso completamente desubicado en su siglo. Ahora bien, si la autora piensa que era crucial como parte de la trama el presentar hechos ofensivos como los descritos en la novela, debió hacerlo de otra manera. A menos que aceptemos la locura de Fenton como un problema psiquiátrico, en cuyo caso, después de los espectáculos ridículos del personaje, había que darle un desarrollo distinto a la novela. (Por supuesto, no pude dejar de pensar en “La locura de Lord Ian Mackenzie”. Maldad de mi parte).
    7. Seguimos con los buenos modales. Las damas hacen reverencia, los caballeros se inclinan. Las damas no se inclinan sino ante la realeza y antes los duques y lo hacen como parte de la reverencia. Es decir, las damas hacen reverencia con sus piernas (con lo cual se produce una muy leve inclinación, o más profunda, dependiendo del rango ante quien se hace la reverencia). Por otro lado, los caballeros sí se inclinan, doblan su columna o a la sumo, inclinan su cabeza (dependiendo de su rango). Tal vez sea un asunto de traducción, pero vi a las damas “inclinándose” en la novela.
    8. Algo más con el tema del tratamiento. Alice pensaba en él como Lord Fenton. No me convenció, aunque podría entenderse por la distancia entre ellos. ¿Pero que su madre, que lo amaba tanto y quien era muy amada por él, también se refiriera a él como “Lord” Fenton? ¿No cómo Fenton o Charles?
    En fin, decidí escribir sobre esta novela pues me llamó la atención la trama y quería saber hacía donde me llevaba. Hice un esfuerzo cada vez mayor mientras avanzaba hasta que me rendí. No quiero saber ni cómo termina, pero el esfuerzo que me supuso leer tanto me impulsa a escribir pues capté muchos errores. Demasiados. No sé si esto llegará a la autora, pero a mí me sirve de desahogo.
    Una buena novelista debe hacernos soñar y trasladarnos a ese mundo q está creando; pero si ella misma no logra compenetrarse con la época, si ni siquiera logra adentrarse en la mentalidad propia, pongamos en este caso, de la sociedad inglesa del siglo XIX, nos roba la posibilidad de soñar, de imaginarnos viajar de su mano por ese mundo al q aspiramos con un bonito romance histórico.
    Es el caso de esta novela. Pudo ser buena si la autora la hubiera pulido más, mucho más; si se hubiera documentado más, si se hubiera impregnado más d lo q llamo cierta "sensibilidad decimonónica", adentrándose en la mentalidad de la época; pero no lo logró. El resultado fue un montaje falso al ser escrito desde afuera, no desde el siglo (al menos de lo que suponemos es el siglo XIX visto desde un buen RH, ese que nos han enseñado las grandes autoras del género).
    No es una fantasía creíble, no pude soñar

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