Barbara Cartland
Amantes en el Paraíso: Las lágrimas rodaron por el rostro de Roxana mientras contemplaba la escultura que había hecho de Viktor. Prefería morir antes que vivir sin su amor.
Para perfeccionar su arte y proteger su secreto, Roxana había permanecido en Bali, después de la misteriosa muerte de su tío, soportando el gobierno rígido de los holandeses y el asedio de un gobernador lujurioso.
Cuando el cínico conde Viktor Haan llegó de Holanda, fue como si los dioses de la isla hubieran decidido reunirlos. Roxana se estremecía ante la maravilla de sus besos, pero el destino intervino y él le dió la espalda, lleno de rencor.
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